martes, 28 de septiembre de 2010

Nacionalidad: Ciudadano


No había ninguno y ahora hay 65. Hace 5 años la oposición creía, como creyó en el 2002, que este tipo de acciones como abandonar la Asamblea Nacional, marchar a Miraflores, llamar a un paro nacional, “guarimbear”, etc, harían caer al gobierno y desaparecería Chávez y su Chavismo. En enero de 2011 la Asamblea Nacional tendrá de nuevo una voz disidente; representantes de aquellos que no creyeron nunca en el “Comandante-Presidente-Candidato-etc” y de los que hoy no creen. ¿Lo que pasó el 26 de septiembre demuestra que el venezolano maduro? No creo poder confundir cansancio con madurez. Yo -lamentablemente tal vez- no le tengo mucha fe a mi gentilicio. No confío en los venezolanos, lo que de repente significa que no confío ni en mi mismo. Me molesta que todo sea un chiste, sea fiesta o funeral, tragedia o ventura. Me molesta la ignorancia catedralicia hacia el futuro o en un cartel de calle que dice: “No votar vasura”. Me descompone tener que envidiar la política y los dirigentes de otros países, que por definición o tenencia de recursos, no son más grandes que nosotros. República Dominicana, Costa Rica, Colombia, para nombrar sólo algunos.

Hace casi ya 18 años, yo vi, presentí, la pesadilla que significaría otro “asno” en Miraflores, pero con características más espantosas que sólo la corrupción o alcoholismo de los anteriores. No era, ni es un justiciero reinvindicador, sino un mediocre que supura resentimiento y rabia. Ayer en cadena nacional, lo vi sin la máscara vengadora de los pobres, sino con la piel sudando hiel por una pregunta de una periodista. Lo vi explicando sin decir nada, lo que no se puede explicar cuando se hace trampa.

Hoy todavía leo y veo en tv, como la gente pierde todo por las lluvias, la inflación o el hampa, y siguen llamandose fieles a “Chiave”. No soy psicólogo, pero la enfermedad de ésta gente va más allá del “viva la pepa” del venezolano. Es más allá del Tío Conejo vivaracho y tracalero para estar en la buena. Creo que es una patología o tara, heredada de los mal llamados “indios” cuando vieron las naves, sotanas y a aquel hombre chiquito pegado a un palo que mandaba. Es fascinación hacia lo torcido, chabacano, feo y de mal sentido.

Cada vez que vivo un día más en este país, me molestan más los venezolanos. Ojalá me despertara un día y sólo quedaran los ciudadanos.

miércoles, 7 de abril de 2010

País 32-37-31


Desde el 1 de Diciembre de 2009, no escribo aquí. Hoy, 5 meses después, pareciera que nada es igual aunque nada ha cambiado -y menos para bien- Keller dice hoy que la cosa es así: 32% de los que habitan Venezuela son anti-chavistas, 37% es algo llamado “neutral” y 31% es chavista. Estos últimos no se merecen ni siquiera algo de análisis. Son flojos hasta para el pensar, ilusos edulcorados con melao de estupidez, resentidos y golpeados o abusados cuando niños, maulas golilleros de un gobierno y partido que los usa y los necesita pauperrimos para existir; ladrones de cuello blanco y verde del ayer o simplemente “vivarachos” como Eudomar. Los que preocupan son los anti-chavistas, y más aún, esos que se califican como: neutrales.

Los anti-chavistas tienen un drama de existencia. Un drama vital. Odian tanto al ser, al color, a la verruga, al mal chiste, a la burla, al avión, a los regalos, las espadas, al del 8, al militar lame escroto, a la Ron y a todo lo que empiece por Ch -incluyendo al Che- que se olvidan que ellos no tienen una “Alternativa”. No hay contraparte, y para que haya dinámica, debe existir el contrincante del mismo peso. Es como comprar en la frutería sólo patilla porque es lo que hay. Como ir sólo de ida en la autopista porque no hay canal de venida. Es como que se esté cayendo el techo pero no importa porque todavía hay piso y aún no está lloviendo. El drama del anti-chavista es que no tiene representación en un pro-gresista. Cuando uno puede decidir entre las alternativas y siente la emoción de probar ahora este o esto, pero sabiendo que siempre puede uno devolverlo o seleccionar otro, es cuando la democracia no le quita a uno el sueño, sino que es como el aire…tácita.

Es tan hueco y seco el mundo del anti-chavista -a pesar de ser un gentío en eso llamado ahora “mesa”- que hace al rojo pesuvista multicolor en la expresión lamentable de una misma idea…vieja, inoperante y retrógrada.

Ahora, la cosa llamada “neutral” no padece drama, sufre de espanto. Neutral puede ser un chavista aún más patético, porque es anónimo, agazapado. Es un imbécil mimetizado. La esperanza del anti-chavista es que éste personaje pase de neutro a primera y se le olvide, para siempre, el retroceso. El anti-chavista cree que el neutral, ni-ni…o el pajúo ese que no se define y cree que vive en Alaska, cuando llegue Septiembre o antes de las elecciones para elegir a otro presidente, despertará de su zombiano sueño para pasar de 32 a 69 gracias a su 37.

Pertinente es preguntarse cómo fuese el mundo hoy si los Estados Unidos y la URSS se hubiesen mantenido “neutrales” en la Segunda Guerra Mundial, dejándole ese pequeño peo a Polacos, Británicos y Franceses? Los caribeños tienen la bendición maldita de creer que todo se resuelve con la playa, la birra y el buen chiste. Que como aquí hay petróleo, la gasolina la regalan y no hay estaciones que condicionen el abastecerse, prepararse o ahorrar, esta papayita nunca se va a acabar. Todos, los anti, los chavistas y los perdidos, creen que aún después de 11 años con este inepto de presidente, aún sin tener leche, café, papel de baño; aún con todo el desastre moral, ético y de seguridad que reina por todo el territorio, aún así, este país es “del carajo”.

Pues yo creo, desde mi humilde perspectiva, que este país no es “del carajo”. Que los venezolanos de valor ya no están, se corrompieron o están a punto de fijar su precio. Que aunque las bellezas naturales son incontables, también son agotables, especialmente cuando la desgracia bípeda las visita. Que las generaciones que vienen, nunca entenderán -y menos perdonarán- la miopía de nuestros padres y la torpeza nuestra. Que este país no es desarrollado, ni está en vía de serlo, teniendo la variable -por lo menos del mundo actual- que mide el desarrollo mundial debajo de los pies y de color negro. En fin, que este país no es “del carajo” sino que se puede ir “pal carajo” si los 32, 37 y 31 no suman más del doble para saldar pronto esta cuenta con la historia. Para que los nietos no se refieran a nosotros mañana como “aquellos bolsas”.